El objetivo es poder hacerme en verano algunas marchas "chulas" como subir los puertos de Canencia, Morcuera, Navacerrada, Serranillos, Mijares y, por supuesto, el Angliru.
No me gusta hacer más de 130 km en una etapa. No me gusta ir a competiciones ni a marchas ciclistas. Me gusta ir sólo. No compito contra nadie sólo contra mí mismo.
A mí el ciclismo me permite comer bastante sin engordar, tener una figura corporal adecuada a mi gusto, tener una condición y una resistencia física aceptable y saludable, me relaja y me quita el estrés, pero además a nivel psicológico me hace ser fuerte y resistente frente al esfuerzo mental. El ciclismo no consiste en darte una paliza y acabar destrozado o no acabar, ni en volver en Metro, Renfe o que te tengan que ir a buscar. Además sé que como ciclista soy débil frente a otros vehículos y peatones, arriesgo mi salud e incluso mi vida. Por eso las medidas de seguridad que me impongo son el casco, un silbato muy potente, un seguro que me cubre a mí y los daños que yo pueda ocasionar, una alerta constante y un elevado grado de empatía, es decir, me pongo en el lugar de los otros (sus situaciones, formas de pensar, posibles distracciones, etc.) para avisarles con tiempo y hacerme ver con claridad. Esta última medida de seguridad, para mí, es la más importante, por eso llevo el silbato.
En bici no es como vas, es como vuelves.
El ciclismo es mucho “coco”, es el arte del poco a poco, del esfuerzo con cabeza. En esencia, el ciclismo me hace sentir poderoso y olvidarme del mundo. Esto en Psicología se llama tener experiencias de “flujo”, es decir, ser uno mismo ensimismado con la actividad que realiza. Yo fluyo en bicicleta. Para mí el sufrimiento en bicicleta es relativo, es un sufrimiento agradable.
¡¡ ÁNIMO !!